El clásico binomio

Desde 1973 Bruza y Ricci han sido los autores y directores tradicionales del Equipo Teatro Llanura, de Santa Fe. Un buen día –hace veinte años- descubrieron que nunca habían estado juntos en un escenario, entonces decidieron armarse una historia a su medida. Y se dijeron: Nos vamos a Paraná (28 kilómetros y un túnel subfluvial) y nos escribimos una historia para nosotros. No llegaron nunca.

Como les hubiese ocurrido a Chiquito y Chiche, los personajes de El Clásico Binomio, se tentaron antes de partir con un cafecito en el Baviera, frente al Puente Colgante, y en ese bar entre las nueve de la mañana y las dos de las tarde redondearon la parábola de estos dos personajes entrañables. La quebradiza fragilidad de sus realidades. Y la espesa densidad de sus sueños. Mauricio Kartun lo leyó y dijo que era un texto para respetar. Los muchachos (¿Bruza y Ricci, o Chiquito y Chiche?) lo obligaron a dirigir. Y él, que solo escribía, la puso en escena. Y ellos que dirigían, actuaron. Y en esta mezcla extravagante salió lo que salió.

El Clásico Binomio se presentó en Santa Fe, en todo el país, y en muchos festivales internacionales de habla hispana: Buenos Aires, La Paz, Asunción, Quito, Manizales, Cali, Caracas, Managua, San José de Costa Rica, Miami, Canarias, Porto, Logroño, País Vasco, Otoño de Madrid y Quijote de París. Desde entonces en perpetuo repertorio - espectáculo emblemático del Llanura- realizó además innumerables giras por América Latina y España.

El arte -dice Paul Auster- se hace de coincidencias. Hoy, dos décadas después de su estreno, esta pieza que habla de un dúo de artistas que durante dos décadas busca infructuosamente su módica trascendencia, intenta aun su módica trascendencia en el cuerpo de los dos artistas que la estrenaron hace dos décadas. Y vuelve a hablar desde su trama –y desde el mismísimo espejo paradójico de su reestreno- de aquello que los personajes resumen como pueden en su parlamento final:
“Qué cosa rara es ser artista…”