Un espejo chico

Helena, de chiquita, escribe en su diario íntimo las vacaciones que sueña junto a su mejor amiga Verónica. “Yo voy a tener una bikini plateada y voy a usar anteojos de sol grandes y vamos a tomar sol y vamos a estar solas” dice. Pero cuando las vacaciones llegan, ni hay anteojos de sol, ni bikini plateada, ni están solas. Lo que alguna vez imaginó se perdió en el tiempo. Lo que tiene ahora, en cambio, son los retazos de una experiencia trastornada y la obligación de escribirla, de explicarla. El presente de su escritura es un momento ahuecado en el que conviven la margen arenosa de un lago frío y cristalino, los cuerpos semidesnudos de dos hombres jóvenes, la habitación en la que jugaba con su amiga de chiquita y un sol brillante que no la deja pensar. Helena mueve la lapicera presionando la hoja y a veces siente que es como una navaja que se pliega y que se guarda en el bolsillo.

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