Advertencias para barcos pequeños

Funciones bestiales, astutas e inhumanas
MANIFIESTO ENTRE LA NIEBLA
En los bares, las personas se entrecruzan y relacionan, o no. Algunos parecen haberse quedado simplemente ahí, en silencio y para siempre. Es como un refugio, un impasse para el que anda medio perdido en un mundo complejo y astuto, que sigue ansioso como un animal esperándote ahí afuera a que termines.
Bajo ese movimiento entre sentimientos, pensamientos y espíritu de la época, la obra es lanzada por el autor como una bengala fugaz y subliminal, advirtiendo que disipar la niebla creyéndola externa, es imposible. Su dramaturgia va como una luz vacilante que no se oculta sofocada, expuesta al cansancio o timidez, dejando que los personajes mismos lo involucren.
Inquiere con perplejidad poética y vulnerabilidad contradictoria el estancamiento humano que destilan conductas probables en un bar de mala muerte sobre una playa de puertos. Aunque estando ahí, nada podría parecernos demasiado alarmante. Sí encuentra en el estado de urgencia de la protagonista un núcleo primal que carcome las entrañas a todos.
Necesidades y creencias son tironeadas hasta la ironía, el sinsentido y el sarcasmo. Un humor irracional. Una involuntaria crueldad que manda, porque todos sienten que, ante la advertencia, es mejor seguir de trago en trago en la niebla, desviando el reflejo del mañana, ya que, para nuestro desconcierto, nunca será otra cosa que lo que ahora podamos estar haciendo.
P.D. No sé cuán involuntario o perspicaz fue Tennessee Williams al dejar entrever una solitaria palabra que llamaría la atención en su época: COMPUTADORA. La lámpara de la ciencia disipó la ignorancia sobre la naturaleza de la materia y tantas cosas, aunque su llama maravillosa no está exenta de nuestro humo interno, como para una confusión gigantesca. La velocidad exponencial con la que estamos creciendo tecnológicamente ahora es proporcional al margen de error que queda. Cero.
Indio Romero.