El Carbonero. Pinceladas sobre Quinquela

Danza
Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín

Benito Quinquela Martín es el color, el ámbito portuario y sus trabajadores. También es un hombre admirable de profundas convicciones, no sólo en el arte.
Benito Juan Martín: así fue bautizado ese niño abandonado por su madre en 1890 y adoptado luego por el matrimonio Chinchella, dueños de una carbonería del barrio de La Boca.
Enorme creador de un universo que enaltece a los trabajadores con fuerza y optimismo, creó majestuosas escenas en las que representa la voluntad y el trabajo como ideales de justicia.
Orgulloso de su origen y agradecido con los suyos, donó instituciones educativas, espacios de salud para los niños, el Teatro de la Ribera y el Museo con sus colecciones, entre ellas, la de los Mascarones de Proa, a quienes les dedico una escena.
Concluyo con algunas frases de este hombre grande:
“He querido que el hombre común se reconozca en mi obra, que sienta que su tarea también
tiene grandeza”.
“Cuanto hice y cuanto conseguí, a mi barrio se lo debo… Por eso mis donaciones no las considero tales, sino como devoluciones. Le devolví a mi barrio buena parte de lo que él me
hizo ganar con mi arte”.
“Los hombres no valen por lo que tienen, ni siquiera por lo que son, valen por lo que dan”.