Esta trilogía está compuesta por tres obras independientes entre sí pero unidas por un mismo universo dramático. Comenzaron como un proyecto en conjunto, pero tomaron distintos rumbos y terminaron por escindirse hasta cobrar independencia tanto a nivel dramatúrgico, como desde la puesta en escena.
Las obras pueden verse de manera individual. No siguen un hilo narrativo entre sí, es el crimen lo que las articula. La corrupción, la violencia y la oscuridad de la persona en relación a otros y para sí misma. Bea es la madurez de una personalidad oscura, adaptándose en un contexto violento y de seres ambiciosos, sacando ventaja de la coyuntura. Congénita es la evolución de una perturbación que se lleva en la sangre, en la familia, en la sociedad, desde la niñez. Mientras que La Parte Rencorosa es la sentencia y la venganza. Cómo la perversión de las personas puede cambiar a una víctima hasta el punto de corromperse.