FESTIVAL DE TEATRO ESCUELA METROPOLITANA DE ARTE DRAMÁTICO.
Hacer teatro para no callar. Para quitarse a uno mismo de encima. Para vaciarse de sí y recomenzar. Hacer teatro porque sí, o porque no, y porque las dos cosas. Porque claro que hay algo. Algo que resuena, algo que molesta, algo que conmueve. Y porque hay cuerpo. Y porque eso es hacer teatro. Hacer teatro para hacer cuerpo. Para no saber, porque cualquier gesto performático deviene incertidumbre. Sana incertidumbre, sacra incertidumbre, incómoda, estúpida, bellísima incertidumbre. Teatro hasta aburrido, de tanto tener entre. Hacer teatro obsesionado, como corresponde. Obsesionarse y "obscenizar", como dicen los portugueses. Traer de afuera y hacer escena. Hacer teatro como se hace un puente: desde un punto de uno hacia un espectador. Saber que no vamos a gustar a muchos. Saber que no lo hacemos para nosotros. Saber que hay alguien, alguien en particular, que está hecho para nuestro poema o nuestro boceto, y saber que ese alguien se desvanece. Entonces ese alguien ya no es nada. Hacer teatro para esa nada, y otra vez la incertidumbre. Hacer teatro sin obligaciones, porque sabemos también, que éste no es nuestro deber. Hacer teatro para convertirlo en nuestro deber, puesto que lo que nos sobra es tiempo, que tampoco es nada. Hacer teatro y no hacer nada, y entonces aparece el problema de la lógica del hacer y la lógica del estar. Hacer teatro para estar. Y nada más. Y no hacer nada. Y así, cada vez.
Coordinación técnica: Soledad Ianni, Mariel Lewitan
Coordinación General: Enrique Porcellana